viernes, 26 de agosto de 2016

Kasparov: «Los ordenadores han secuestrado a los jóvenes»




Si te encuentras con Garry Kasparov (Bakú, 1963), es aconsejable no tocarlo, porque puede soltar una descarga. Ayer desplegó en Madrid su habitual energía en la primera jornada de la Management & Business Summit, organizada por Atresmedia. En el escenario, el decimotercer campeón de ajedrez del mundo impartió una lección magistral sobre la toma de decisiones. En su carrera ha hecho 89.000 movimientos, pero ni él se libra de los errores: «Me he casado tres veces», bromeó.

El «Ogro de Bakú» explicó que las mujeres siguen por detrás en los tableros porque pagan «siglos de desigualdad» y alertó sobre el peligro de los populismos: «De Grecia a Estados Unidos es una tendencia. Nos enfrentamos a un fenómeno muy peligroso», aseguró.

¿Es más difícil jugar contra Putin que contra Karpov?

Vencí a Karpov en el tablero de ajedrez, con unas reglas. En la Rusia de Putin no hay reglas, salvo que hace lo que le viene en gana. Mi experiencia en el ajedrez ayuda muy poco en Rusia. En el ajedrez hay reglas fijas y resultados impredecibles, justo lo opuesto de lo que tenemos en Rusia.

¿Por eso sufrió su peor derrota?

Yo nunca me he considerado un político. He defendido una causa por un país. Defiendo los derechos humanos, la democracia... no necesito gloria adicional. Era un imperativo moral. Yo ya he tenido éxito en mi vida. Fracasamos, sí, pero el problema era Putin y ahora es el problema de todos, como habíamos predicho. Si no se le paran los pies, no va a parar. Nos enfrentamos a un peligro mundial.

¿Aún teme por su vida?

Vivo en Nueva York. Adivine por qué. Me incomoda esa pregunta, aunque aún más a mi mujer. Todo lo que puedo hacer es no ir a países donde sé que estoy en peligro.

Jubilado de oro
Kasparov presume de ser un jubilado, pero después de entrenar a Carlsen y Nakamura, dos jugadores de primera fila, su actividad aún es frenética. «Nunca he dejado el ajedrez. En Estados Unidos trabajo con estrellas emergentes a través de la Fundación Kasparov. Son programas de diez años. Ya tenemos a nueve maestros y vendrán otros muchos. Creo que es importante compartir mi bagaje con otros. Para mí también es útil, porque estás con savia fresca y te hace sentir más joven. El ajedrez te mantiene en forma.

Después de la exhibición que dio en San Luis contra los tres mejores de EE.UU., ¿por qué no juega más?

Eso es otra cosa. Requiere trabajo. No tengo tiempo ni energía. Ya hago bastante para fomentar el juego. Pero solo eso. Yo en esto soy un amateur.

Después de ganarlo todo, ¿de dónde saca la motivación?

Si tienes esta actitud, encuentras nuevos movimientos e ideas. Es una lucha incesante. A los 41 dije: ya he tenido suficiente, tengo que hacer algo diferente. Me gustaría tener el mismo impacto en materia de investigación o en defensa de los derechos humanos. Para mí es importante sentir que estoy haciendo algo importante, que tengo ideas, que las puedo compartir y que puedo ayudar a los demás. Eso me hace sentir cómodo.

¿No cree que a los jóvenes les falta esa fuerza y hambre de victoria?

Fui campeón mundial, tampoco hay tantos con quien compararme. Magnus Carlsen, por ejemplo, es único. Su estilo es totalmente diferente al mío, pero en la forma de ganar es impresionante. Es una combinación de Karpov y Fischer, preciso y a la vez agresivo.

Los ordenadores cambiaron el ajedrez, pero quizá tienen sus peligros.

En general, es como si las generaciones más jóvenes estuvieran secuestradas por los ordenadores. Siempre están buscando respuestas en las pantallas, pero a veces no saben cómo recurrir a su creatividad. Eso intentamos cambiar nosotros con nuestros programas de estrellas. Que salgan de las pantallas y los enseñamos a utilizar su propia mente creativa.

¿Quiere cambiar el mundo a través de la educación y el ajedrez?

No soy un egomaniaco que quiera cambiar el mundo. Sí es importante utilizar y recurrir al ajedrez como herramienta que nos ayude en la educación, porque en el mundo entero, no solo en los países en vías de desarrollo, como en África o Latinoamérica. En Europa también es un problema candente. La educación está anticuada, no cumple con las demandas de los tiempos modernos que vivimos. Si la educación se un puente entre la escuela y el trabajo, está quebrado. Estamos enseñando a los niños algo totalmente obsoleto. El ajedrez ayuda a reforzar ese aprendizaje. Tenemos que enseñar a los niños cómo aprender, el proceso, no la información. Soy un devoto auténtico en fomentar esta agenda en el mundo entero con la Fundación Kasparov, en Nueva York, Bruselas, Zagreb, Singapur, México... Es un mensaje importante.

¿Quién ha sido mejor: Kasparov, Fischer, Carlsen, Capablanca...?

Es una pregunta con truco, porque nunca nos hemos enfrentado. Puedes hablar del mejor de todos los tiempos, pero elegir un nombre infravalora a los otros. ¿Quién es el mejor científico? ¿Einstein, Newton...? Es difícil.

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