viernes, 19 de junio de 2015

46 partidas de ajedrez a ciegas

46 partidas de ajedrez «a ciegas»

Entre el 26 y 27 de noviembre del 2011 Marc Lang, un modesto jugador alemán de 42 años, establece un nuevo récord mundial, que le lleva 21 horas

No es fácil recordar, sin verlas, la posición de 1.472 piezas moviéndose como locas sobre 2.944 casillas durante 21 horas. El «truco» para memorizar dónde está cada una y seguir jugando «a ciegas» radica precisamente en que no corren como locas, sino que mantienen una lógica que hace «más fácil» dibujar en la mente sus trayectorias. Así, hasta 46 tableros «invisibles» a la vez, cifra que permitió al alemán Marc Lang entrar en el libro de los récords el pasado fin de semana. El modesto ajedrecista —2.306 puntos Elo; los cuatro primeros del mundo superan los 2.800 y el número 100 tiene 2.651— superó en Stotheim la vieja plusmarca de Miguel Najdorf, que se enfrentó «sin ojos» a 45 rivales en 1947, en Argentina.

Aquella exhibición fue una forma de conseguir que su familia, desde Polonia, supiera que la guerra no había podido con él. Najdorf afrontó dos plusmarcas consecutivas, de 40 y 45 tableros, y después pasó un tiempo hospitalizado por el enorme esfuerzo mental, que lo tuvo al borde de la locura. La antigua Unión Soviética llegó a prohibir estas demostraciones, por insanas. Desde entonces, sabemos también que el ajedrecista es capaz de recordar las partidas, como tramas de distintas películas, pero a menudo no sabe, por ejemplo, algo tan sencillo como el color de la casilla que ocupa una pieza. El ex campeón alemán Vlastimil Hort comentó que cuando él se enfrentó a 22 oponentes en 1972 tuvo problemas de salud y le llevó medio año «volver a la realidad».


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Miguel Najdorf, en una vieja estampa de su impresionante récord en Rosario (Argentina).

«Después de las 21 horas —contaba Lang a ABC—, me sentía muy bien y ni siquiera estaba cansado, aunque eso cambió rápidamente en cuanto llegué a casa. No recuerdo cómo me metí en la cama y desperté con la ropa y las gafas puestas. Pasados tres días, estoy recuperado después de sentirme bastante mal, aunque creo que era solo por un resfriado que me contagió mi hijo. En cualquier caso, duermo bien y no me he sentido “atrapado” por las partidas».


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¿Dónde está el límite? Lang cree que no anda muy lejos, aunque insiste en que solo habla por sí mismo. «Puedo imaginarme jugando 50 partidas en un buen día, pero más... El problema es que durante la exhibición sentí más de una vez que estaba al borde del abismo. Es como si un peso enorme aplastara tu cerebro».

El alemán ganó 19 partidas, entabló 25 y perdió solo dos, frente a fuertes jugadores de club, en ningún caso pardillos reclutados en algún centro comercial. El maestro FIDE (grado inferior a los de gran maestro o maestro internacional) explicó en la rueda de prensa posterior a su proeza que el tiempo era su «peor enemigo». «Cuanto más duran las partidas, más difícil es todo». Por eso su primera estrategia era «jugar rápido». El año pasado, él mismo batió el récord europeo, con «solo» 35 rivales, algo que sin embargo le llevó más de 23 horas.

Una aclaración: la mecánica de las partidas a ciegas obliga a que haya «intermediarios». En otros tiempos eran personas. En la actualidad el mejor aliado es un ordenador. El jugador lee en la pantalla las jugadas (Tablero 5: Cf4, por ejemplo) y escribe sus respuestas.

El juego a la ciega no es nada sencillo, exige un esfuerzo descomunal y no todos son capaces de soportarlo. Un ejemplo muy ilustrativo es el de Kermur de Legal, considerado el mejor jugador del mundo en su época, que sólo llegó a jugar una partida a la ciega en su vida y quedó tan agotado que prometió no volver a disputar otra jamás.



En la actualidad el ajedrez a la ciega es poco practicado, los GM consideran que supone un esfuerzo demasiado grande, algo que terminaría por afectar a sus resultados -en la URSS prohibieron a sus jugadores jugar sin ver por este mismo motivo-. Sin duda el acontecimiento más esperado del año, en cuanto a ajedrez a la ciega se refiere, es el Torneo Melody Amber el cual  se juega en Montecarlo desde 1992, en marzo de cada año, combina el ajedrez a la ciega y el ajedrez rápido (25 minutos por jugador), es un acontecimiento anual para los mejores jugadores del mundo.

Para terminar este artículo veamos como afrontaban las partidas a la ciega diversos jugadores. Aunque pueda parecer que existe un método universal, esto no es así y cada jugador tiene su propio modo de encarar las simultaneas. Por ejemplo, Blackburne visualizaba un tablero y las piezas en su mente y en ese tablero imaginario hacía los movimientos. Esto no es nada común porque entraña una gran dificultad y un mayor esfuerzo (por ejemplo Alekhine no visualizaba las piezas, sino signos convencionales). Harry Nelson Pillsbury utilizaba un método fotográfico, a la mitad de cada sesión era capaz de reproducir todas las posiciones sin vacilar.

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